domingo, 6 de marzo de 2011

una noche con Rodolfo, parte 1

N.R: esto comencé a escribirlo el 21 de julio del 2010. Por eso es parte 1, porque lo escribo en un tiempo, no será lo mismo desde otro contexto. Como no lo terminé, la parte 2 será desde el presente, y igualando ambos tiempos. En ese miércoles 21 decía así...



estar en Cuba es raro
y raro es una palabra qe queda extremadamente chica
si los que pasan una semana en un paquete all inclusive dicen que es un país extraño,
qué les puedo decir yo, que pasé 2 meses y medio respirando ese aire tropical

hoy se graduaron los de tercero en la finca de san tranquilino
esa finca fue mi casa durante los dos meses que estudié en la EICTV (Escuela de Cine y TV de San Antonio de los Baños, Cuba)
y me pasaron cosas raras

desde que me bajé del avión me envolvió esa densa nube invisible de cálida humedad. parecido al calor de enero en sao paulo, pero el olor era mucho más intenso
recuerdo el taxi que me llevó y esa primera mirada a todo lo que podía, como si fuera la última vez

es que esos días fueron todos como la última vez de algo
cada día fue intenso, algo se me colaba entre los dedos, y yo aleteaba para empaparme hasta detrás del pliegue de mis orejas

pero hablar de la escuela es imposible, tendría que escribir hojas y hojas y no sé si a alguien le daría para leerlo.

algo tendré que escribir un día eso sí, de toda mi experiencia con mi tobillo derecho dentro de la finca, aunque dicen que lo q se vive en la finca, no sale de ella. aunque uno trate de contarlo, es imposible explicarlo

por eso me quedo hoy con esa noche en la habana.

diciembre. 2009.
el aire está más fresco. quién diría que en Cuba hay días frescos, y hasta helados, como para usar bufanda.
Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

yo llegué tarde al festival, porque después de nuestras clases que acabaron el 27 de noviembre, me fui con Gaby -mi amiga uruguaya- a recorrer unos días el otro extremos de la isla. Estuvimos en la olvidada Baracoa (donde se fundó la primera capital de Cuba en 1511), en la fiestera e histórica Santiago de Cuba (con sus Casa de la Trova y Casa de la Música, con su mágico Cayo Granma, y con todos los vestigios de la historia revolucionaria), y luego sola partí a Trinidad donde sólo conocí encanto y amabilidad.

Jorge el pescador que me llevó en su auto a la playa Ancón, la casa de Giselle, con maravillosos muebles tallados por su marido y mi amigo Carlos, que conocí en la escalinata de Trinidad, donde estaba toda la gente reunida al ritmo de una banda. Carlos me llevó a la Casa de la Música, y terminamos tomando agua en su casa, una verdadera casona de lujo pre revolución. Casa que por necesidad hoy alberga a toda la familia: padres separados, hijo casado, nietos, la habitación de Carlos y la habitación para el turista.

Legué entonces al Festival el 7 de diciembre, me volví a juntar con Gaby, que me esperaba en la casa de Conchita, donde arrendábamos nuestro cuarto. Donde también mi amiga Dalia - de Argentina- estaba con su novio Nico.
Ese fue un día de re encuentros. Habían pasado sólo 10 días y ya echaba a todos demasiado de menos. Cuando la palabra saudade es la que mejor expresa el sentimiento.

Ese día vi Huacho, todos vieron Huacho, y varios la amaron. Ese día almorzamos en el FOCSA, en el café TV, ese día en la noche, luego de varias películas, y unas Cristal, a las 1 y media de la madrugada decidí subirme a la guagua que llevaba a los estudiantes de la EICTV de vuelta del festival. Tuve mi última noche en el rapidito. Con mi querido Andrés Buitrago, los brasileros Glaydson y Lucas, el uruguayo Guille - amigo de Gaby-, Richi, y mi boliviana favorita Valeria. Esa noche probé el planchón, un ron del terror, que venía en una cajita tetrapack individual, que la primera vez que la vi, ingenuamente creí que era leche chocolatada.

Esa noche dormí ahí, por última vez, en el departamento de Guille, que para mí era el departamento de los españoles Diego y Eduardo. Al día siguiente me encontré con Helena y almorzamos juntas en el comedor, como en los tiempos del taller. Tomé la guagua a la Habana, dejando por última vez la EICTV. Menos mal que mi última noche fue esa, y no la siguiente. Porque en ese minuto no me imaginaba todo lo que me pasaría ese martes 8 de diciembre.

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