viernes, 25 de octubre de 2013

Back to School... entre lo Latina y lo Bipolar




Podría no ser sincera y decir puras cosas lindas
Porque, para qué tirarle mala onda a la gente
Pero la vida no es siempre linda, incluso cuando la has escogido y no te arrepientes

Partamos por lo lindo...
No sé si los master son muy distintos al pregrado, pero ciertamente la experiencia académica está siendo mucho más alucinante que mi educación en la PUC. Yo soy de las que defiendo a la PUC hasta morir, la Chile sólo es mejor si estudias derecho.
No sé si esta facultad dicta clases de manera distinta, pero siento que la educación que tuve en Chile fue muy convencional... lo mismo me pasó el 2007 en Sao Paulo. En mis pregrados (en plural porque pasé por varios lados) las clases tenían poco de discusión... Nunca me ha costado estudiar, tengo excelente memoria a corto plazo, y con 1 día de estudio antes de la prueba, siempre fue más que suficiente...Pero acá no se trata de eso.
Mi primera semana de clases en USC fue genial.  
No tengo clases dentro de la Universidad, dentro del “University Park Campus” (algo así como el campus San Joaquín, pero más bonito), mis clases son en un centro de estudios de la Facultad que está fuera, en una casona antigua, a mitad de camino entre mi casa y el campus.
Primera clase, martes 6.30pm. Entro al jardín y la casona me recibe de brazos abiertos, al fin comienzo a sentir que el barrio es más lindo.
Aunque me gusta el arte moderno, y me gustan los edificios de Niemeyer y otros modernistas, las edificaciones antiguas me fascinan

A veces creo que debería haber nacido en otros siglos


Mis clases son en un living, sentados en sillones de manera circular. Un invitado distinto cada semana, y comemos en el break. Cuando digo comemos, es que hay comida de verdad, para que nos sirvamos y socialicemos por 20 minutos.
Professor Cowan es una eminencia, y se nota... 
En esta clase somos 20 y sólo 5 somos extranjeros...
Miércoles 6.30pm, segunda clase. Sólo somos 9. También sentados todos mirándonos en torno a una pequeña mesa. En esta clase también comemos, durante la misma clase, la comida que le toca a alguno llevar una vez por semana. En esta curso es donde me he hecho más amigos... tal vez porque somos pocos. Dinah de China, Vanessa de USA, Bessie (americana taiwanesa), Abraao (obvio que tengo que ser amiga del brasilero). Cuando me tocó llevar comida, llevé pastel de choclo... Obvio. Y dos de mis compañeras vinieron a mi casa para ayudarme a cocinar...

En la clase de los miércoles tenemos que escribir una reseña de un libro, y yo elegí este, porque es de la industria de medios. Y salí de la primera clase con un libro de regalo.


Creo que fue bueno que me tocara este libro, porque me ha servido para entender algo del lejano mundo de India. Y ¿por qué me importa entender? Porque mi "rumi" es de India. Si resumo nuestra convivencia, a pesar de las diferencias culturales, de que comemos absolutamente distinto, de que la primera semana llamaba por teléfono a las 3 de la mañana a toda voz, retumbaba la casa y me despertaba, a pesar de que deja el baño cerrado por dentro (porque también puede entrar desde su pieza), a pesar de las múltiples diferencias que puedo encontrar... me gusta vivir con él. No sé si lo que me gusta es la compañía masculina  en la casa, que me hace sentir segura, o si es él, y la cierta amistad que establecimos. Y es bueno que me sienta cómoda, convierte mi casa en un hogar, un ambiente familiar hasta mayo.
Un ambiente familiar que se complementa con Roland, un hombre norteamericano de 66 años, soltero, sin familia, dueño de la casa. Que se preocupa por mí, y que me sienta confortable, jugando un rol bastante paternal. Pero Roland en sí es una historia completa que da mucho para contar, y que espero compartirla más adelante.
Vivir con gente tan distinta culturalmente a mí, me recuerda que da lo mismo de dónde seas, al final todos somos seres humanos. Me gusta tener un amigo con quién comer, y quedarnos conversando un rato. Adoré el sábado, que ninguno de los dos quería cocinar, y nos fuimos en bicicleta al Burger King. Me gusta saber cómo le fue en sus trabajos y poder contarle de los míos. En el fondo nos llevamos bien y eso lo agradezco. Incluso hoy que estoy enojada con él, porque por milésima vez dejó cerrada la puerta del baño. Incluso hoy, me gusta que seamos roommates.
Pero a pesar de lo bien que crees que te puedes llevar con una persona, hay días que te das cuenta de que no la conoces. Como cuando después de un mes y medio de convivencia te confiesa que tiene una polola. No, mejor dicho, una "noviafuturaesposa" (porque tiene un commitment, algo que definitivamente no es parte de nuestra idiosincrasia). Novia que negó más de una vez, igual que Pedro negando a Jesús por tercera vez.  Y cuando la gente te niega partes esenciales de su vida, te sientes desprotegida... Es raro sentir que no sabes bien cómo es la persona con la que compartes tu hogar. Y si la ocultó, no es porque no la quiera, no es porque sea mala persona. Yo creo que la quiere mucho, pero al mismo tiempo quiere vivir una libertad que culturalmente no le corresponde. Y por eso, no me siento capaz de juzgarlo.
Pero es así como doy gracias de ser latina. Porque a pesar de tener casi 32, no siento presión alguna por vivir mi vida como la vivo, soltera, descubriendo y cumpliendo mis sueños, que no son los mismos que los de la persona de al lado.

Me siento Latina.

Ni gringa ni europea. 

LATINA

Porque por primera vez realmente me siento latina. En Chile siempre nos agringamos o europeizamos según lo que nos convenga. Claro, si nadie nos enseña ninguna lengua indígena en las escuelas. Para qué pensar que tenemos "ese" origen, si nuestra idiosincrasia es tan mezclada. Si no comemos arroz ni porotos todos los días, como los países del norte. Si no sabemos mover las caderas como los colombianos. 
Si cuando estuve en San Sebastián, en cada local me sentía como comiendo en la casa de mis abuelos.

A pesar de que acá ya me han preguntado como 20 veces si soy italiana, porque no soy el cliché moreno sudaca... yo me siento más latina que nunca. Y por casualidad en mis trabajos he estado estudiando sobre los hispanos "in the US". Y cómo no me voy a sentir identificada, si mis vecinos son todos inmigrantes hispanos. 

Soy Latina, y me encanta, aunque chamulle cuando bailo salsa

Y todo esto, todos los estímulos están siendo increíbles, pero como todo lo bueno, siempre hay un lado malo...

Hace dos noches lloré como dos horas sin saber por qué. Lloré dos horas como una Magdalena. Y cuando me acuerdo, me vuelven las ganas de llorar.

Después de tres meses fuera, que me venga una pataleta, no creo que sea terrible. De hecho, creo que es hasta necesario. 
Porque aunque yo elegí venirme (y sé que si no me hubiera venido, ahí sí que me habría deprimido), nunca imaginé que iba a ser color de rosas.
Me frustra no poder comunicarme en inglés como lo haría en español. No me frustra socialmente, me frustra en clases. Cuando al fin organizo mis ideas para poder opinar, ya pasó la vieja. Cuando recibo un trabajo de vuelta, y el profesor me dice que tengo que mejorar mi inglés. Cuando nunca he estudiado mucho en mi vida, y acá no es que sienta que tengo que estudiar mucho, lo que siento, es que hay una traba lingüística que me atormenta. Hay días que la cabeza me revienta.

Y el inglés no lo es todo. En Chile, incluso en Sao Paulo, tengo panoramas interesantes todas las semanas. Acá tengo que inventármelos. Me siento sola, cuando yo nunca creí que me podría llegar a sentir sola.
Aunque es raro, hay algo de esta soledad que me gusta, o que la necesitaba. 
Necesitaba no tener mil panoramas por semana. Necesitaba no tener que cumplir con compromisos sociales, porque acá no los tengo.
O quizás es masoquismo, porque no me gustan las cosas fáciles, porque me gusta meterme en las patas de los caballos.

Y a pesar de que el martes lloré hasta deshidratarme, ayer cuando hice mi presentación sobre Televisa, y el profesor me felicita en el minuto y también al final de la clase, en ese minuto siento que todo el maldito esfuerzo vale la pena. Que mi inglés macabro no importa, porque no estoy acá por ser una bilingüe. Estoy acá por esfuerzo. 

Y hoy pasé un buen día, desayuné frutillas frescas, fui a una conferencia frente al mar con una compañera, pasé el atardecer en la biblioteca con Eduardo (mi vecino amigui chileno), y mañana voy a una película y a una fiesta con la Marce (mi amiga chilena de DAV).




Y todo se aliviana, y todo vuelve a cobrar sentido, y sé que habrá otros días malos, pero no importa. Porque yo quiero estar acá, incluso cuando el transporte público es terrorífico y me siento encerrada.

Nunca antes me había sentido bipolar, paso de la felicidad maniática, a la introspección lacónica.

Pero mamá no te preocupes, no es nada grave. Es sólo cerrar los ojos, y vuelvo a irradiar. En mis genes Leturia y en los Bravo, parte de mi ADN es gozar.

Yo quiero estar acá y descubrir distintos mundos, y siento que para eso, esto es un excelente lugar.

Aunque no me comunique más seguido, los adoro, los quiero.